En la historia de la humanidad ha sido común que la guerra sea uno de los principales impulsores de tecnología, un factor que propicia el desarrollo de dispositivos, medios y otros artificios afines que, después, en etapas que podríamos llamar pacíficas, se insertan en la vida común para facilitar tareas cotidianas.
Recientemente esta tendencia ha adquirido, sin embargo, un matiz particularmente interesante al interior del Pentágono, cuya conocida Agencia de Proyectos de investigación en Defensa Avanzada, la DARPA, prepara armas e instrumentos bélicos que sobrepasan casi cualquier imaginación y nos hacen preguntarnos si el gobierno estadounidense, emulando la cuantiosa producción fílmica que hay al respecto, se está preparando para resistir una posible invasión alienígena.
Una triangulación entre dos sedes terrestres y una serie de satélites espaciales generará el mayor sistema infrarrojo del mundo, capaz de detectar lanzamientos de misiles y explosiones nucleares que ocurran en cualquier punto de la Tierra.
FUENTEMaEl: 26Nov-2012 ElIntransigente
Si esta teoría fuera cierta, hace mucho tiempo ya hubiéramos sido extintos, ya por nosotros mismos o por otros seres del espacio. Pero esto no ha ocurrido, esto probablemente por la creación misma que existe en este Universo. Lo que pasa que nuestros líderes tienen miedo que se les derrumbe el imperio que han creado y se resisten a que este proceso, que se está llevando a cabo, llegue a su fin y que es el final de una forma de pensar, que no nos deja la posibilidad de evolucionar. Especies inteligentes venidas desde el espacio exterior, se verían a sí mismas, probablemente, reflejadas en sus inicios, al vernos como somos y sería ridículo que éstas tuvieran una forma de actuar como la de nosotros, invadiendo, saqueando y esclavizando especies inteligentes. Esto es propio del ser humano y no de especies que han alcanzado un alto grado de avances tecnológicos y por consiguiente un alto desarrollo espiritual, o sea una transformación de pensamiento necesaria para lograr conocer vida en otros planetas. Esto es un requisito esencial que nos exige la creación para concebir lo creado. En mi opinión, no hay otra forma de que seres de otro planeta conozcan o logren comunicarse con otros, esto por una ley de la misma creación.
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