jueves, enero 22, 2015

¿QUE ES EL DESPERTAR?



Desde la antigüedad el término despertar se ha utilizado como una especie de metáfora que apunta a la transformación de la consciencia humana. Hay parábolas en el Nuevo Testamento que hablan de la importancia de estar despierto, de no volver a dormirse. La palabra Buda proviene de la palabra sánscrita Budh, que significa, "estar despierto". Así que Buda no es un nombre y en último término no una persona, sino un estado de consciencia. Todo esto implica que los seres humanos son potencialmente capaces de vivir en un estado de consciencia tal que la vigilia normal sería como dormir o soñar. De ahí que algunas enseñanzas espirituales usan términos como "alucinación compartida" o "hipnosis universal" para referirse la existencia humana normal. Tome cualquier libro de historia, y le sugiero que comience con el estudio del siglo 20, y encontrará que una gran parte de la historia de nuestra especie tiene todas las características que nosotros normalmente asociaríamos con una pesadilla o una alucinación demente.

La naturaleza del despertar espiritual es frecuentemente mal entendida. La adopción de creencias espirituales, ver visiones de Dios o seres celestiales, la capacidad de canalizar, de curar, de predecir el futuro, o de otros poderes paranormales —todos estos fenómenos tienen un valor y no pueden ser descartados, pero ninguno de ellos es en sí mismo indicativo del despertar espiritual en la persona que los experimenta. Pueden ocurrir en una persona que no ha despertado espiritualmente y pueden o no acompañar al estado despierto.

Cada mañana nos despertamos del sueño y entramos en el estado que llamamos vigilia. Un flujo continuo de pensamientos, la mayoría de ellos repetitivos, caracteriza el estado de vigilia normal. Entonces, ¿de qué despertamos cuando se produce el despertar espiritual? Nos despertamos de la identificación con nuestros pensamientos. Todo aquel que no está despierto espiritualmente está totalmente identificado con su mente pensante y gobernado por ella —la voz incesante en la cabeza. El pensamiento es compulsivo: no se puede detener, o al menos eso parece. También es adictivo: ni siquiera quieres que pare, al menos no hasta que el sufrimiento generado por el continuo ruido mental se vuelve insoportable. En el estado de no-despierto no usas el pensamiento, sino que el pensamiento te usa a ti. Tú estás, casi se podría decir, poseído por el pensamiento, que es el condicionamiento colectivo de la mente humana que se remonta a miles de años. No ves nada tal como es, sino distorsionado y reducido por etiquetas mentales, conceptos, juicios, opiniones y patrones reactivos. Tu sentido de identidad, de ti mismo, se reduce a una historia que sigues contándote a ti mismo en la cabeza. "Yo y mi historia": esto es a lo que tu vida se reduce en el estado no-despierto. Y cuando tu vida es así reducida, nunca puedes ser feliz por mucho tiempo, porque no eres tú mismo.

¿Significa eso que ya no pensarás más cuando despiertes espiritualmente? No, por supuesto que no. De hecho, puedes usar el pensamiento mucho más eficazmente que antes, pero te das cuenta de que hay una profundidad en tu Ser, una viva quietud vibrante que es mucho más vasta que el pensamiento. Es la consciencia misma, de la cual la mente pensante es sólo un aspecto minúsculo. Para muchas personas, la primera indicación de un despertar espiritual es que de pronto toman conciencia de sus pensamientos. Se convierten en testigos de sus pensamientos, por así decirlo. Ya no están más completamente identificados con su mente y por consiguiente empiezan a sentir que hay una profundidad en ellos que nunca antes habían conocido.

FUENTEMaEl: 22Enero-2015 Eckhart Tolle

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