Un equipo de investigadores de la Universidad Curtin, en Australia, fueron los encargados de buscar el meteorito que entró a la atmósfera el 27 de noviembre pasado y que estaba enterrado en el lago Eyre, en el sur del país. Para eso, se valieron de un dron y de otros elementos de precisión que les permitieron reducir la búsqueda a un área de un kilómetro cuadrado.
En una carrera contra una tormenta que hubiera dificultado la tarea, los científicos Phil Bland y Robert Howie enfrentaron el barro del fondo del lago y trabajaron hasta hallar el meteorito.
Satisfecho por la tarea, Bland aseguró que el meteorito es "más antiguo que la Tierra" y agregó que "es la roca más antigua" que alguien ha tenido en las manos. Por su parte, Howie expresó que "cuantos más meteoritos" de este tipo puedan obtener "más cerca" estarán de "responder ciertas preguntas, incluso sobre la formación o la creación de la vida en la Tierra".
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