Si tú no ves todavía la belleza en ti,
haz como el escultor de una estatua
que debe ser bella:
toma una parte, la esculpe, la pule,
hasta que saca bellas líneas del mármol.
Como aquel, retira lo superfluo,
endereza lo que es oblicuo,
limpia lo que está oscuro para hacerlo brillante.
y no ceses de esculpir tu propia estatua
hasta que el resplandor divino de la virtud se manifieste.
Plotino.
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