lunes, enero 18, 2010

LAS NUEVAS ARCAS DE NOE

Conjurando el apocalipsis.
La inminencia de un horizonte apocalíptico ha traspasado el umbral religioso y sectario e incluso el ámbito de la ficción para instalarse en el mundo de la ciencia y la política reales. Las nuevas arcas de Noé ya están construyéndose.


EL ARCA GLOBAL DE SEMILLAS.
Uno de los casos más emblemáticos y contro­vertidos se llama Bóveda Global y se localiza en territorio noruego. Svalbard es un lugar remoto y yermo, rodeado por el mar de Barents y situa­do a 1.000 km del Círculo Polar Ártico. Allí, bajo una montaña de la isla de Spitsbergen, una fla­mante arca de Noé se eleva 130 m sobre el nivel del mar y está protegida de una posible subida de las aguas derivada del calentamiento global. El permafrost, una capa de hielo perpetuo, ase­gura la preservación del tesoro biológico con la ayuda de esclusas de aire, dobles puertas y pare­des de hormigón reforzadas con acero. En reali­dad, tal como afirman los padres de la criatura, se trata de un auténtico búnker militar prepara­do para afrontar una guerra nuclear, protegido de un posible ataque con misiles y resistente a un movimiento sísmico de gran magnitud. Hay catalogados más de 150 almacenes regionales de semillas diseminados por el mundo, pero la Bóveda Global de Svalbard ha nacido con la idea de unir en su seno cerca de tres millones de variedades diferentes, pertenecientes a plantas y árboles de los cinco continentes.

Tras la imagen altruista que han transmitido los responsables del proyecto también podría gestar­se una batalla comercial. El célebre F. William Engdahl, analista asociado al Centro de Investi­gación sobre la Globalización (CRG), nos alerta sobre esta última posibilidad. En su libro Semillas de destrucción. La agenda oculta de la manipu­lación genética, publicado por Global Research, Engdahl señala que este proyecto podría signifi­car un eslabón más en la búsqueda de un nuevo orden mundial. Sus sospechas se centran en la implicación de algunas empresas y fundaciones en el proyecto. El arca de Noé de Svalbard ha sido auspiciada por la Fundación de Bill y Melinda Gates, que han proporcionado fondos a cambio de un oportuno lavado de imagen. Pero aún más inquietante es la presencia junto a los Gates de la Fundación Rockefeller o de las empresas Mon­santo y Syngenta.


ARCA CONGELADA.

Un nuevo paradigma de arca de Noé, esta vez rela­cionada con la biodiversidad en general, ha saltado a la palestra bajo el apelativo de Arca Congelada (Frozen Ark). El proyecto consiste en almacenar a una temperatura de 80 grados bajo cero y con fé­rreas medidas de seguridad muestras de ADN y teji­dos de las especies animales más amenazadas. Tres son las instituciones responsables de llevar la idea a buen término: la Universidad de Nottingham (Rei­no Unido), el Museo de Historia Natural y la Socie­dad Zoológica de Londres, aunque cuentan con el patrocinio del Consorcio para la Clasificación de la Vida, un organismo avalado por 25 países.

Al igual que ocurre con la Bóveda Global noruega, la Frozen Ark británica y otras iniciativas tienen el objetivo no disimulado de aglutinar y gestionar la información dispersa en bancos de ADN por todos los continentes. Se trata de una tarea ingente que se ha presentado a la opinión pública como la creación de una gran "enciclopedia de la vida" en la que no quedará planta o animal, por microscópico que sea, sin analizar, fotografiar o registrar genéticamente.

En principio, sus responsables parecen movidos por sanas intenciones científicas. Pero el proyecto induce a pensar en una inquietud creciente ante los peores vaticinios sobre el futuro de la vida en la Tierra. Parece la demostración de que los gobiernos están resignados a "salvar los muebles" en lugar de afrontar los verdaderos retos medioambientales. Dejando a un lado el Arca Congelada, no resulta descabellado aventurar que quizá se ha empeza­do a crear ya en algún lugar del planeta un banco "total" de ADN que incluye a la especie humana o incluso que se limita a ella.


ARCA ESPACIAL.

Muchos habrán reparado en el gran defecto que presentan todos los proyectos de arca de Noé. Al­gunas instalaciones están preparadas para afrontar un cambio climático drástico, terremotos o guerras tal como hoy las conocemos, pero sus creadores parecen no haber previsto la posibilidad de que en el planeta desaparezca cualquier vestigio de vida, a excepción de sus ingentes muestras genéticas. De muy poco servirá un banco de semillas o de ADN en la Tierra si desaparecen las personas o el medio donde implantarlo.

¿Realmente no contemplan esta obviedad o los proyectos constituyen una etapa preliminar de otro de mayor envergadura? No hay respuestas claras a esta pregunta. Sin embargo, ¿por qué será la co­munidad científica, y no las multinacionales o los gobiernos, la aparentemente más preocupada por este problema?

La Alianza por el Rescate de las Civilizaciones (ARC) fue creada por dos reconocidos eruditos de la Universidad de Nueva York: Bill Burrows, profesor de Periodismo, y Robert Shapiro, quí­mico y escritor. La ARC apuesta por la instalación de un banco de ADN en la Luna, una posibilidad novelada en numerosas obras de ciencia ficción y esbozada con parámetros reales por Shapiro en su libro Sueños planetarios: la búsqueda para descubrir vida más allá de la Tierra. Para los fundadores de la ARC, la exploración del espacio con fines científicos carece de importancia mientras no se afronte una asignatura pendiente: salvaguardar la vida en la Tierra. Sus razones son evidentes: el colapso podría deberse a una pandemia vírica, una guerra nuclear o el impacto de un asteroide. Todos ellos son suce­sos futuribles a corto y medio plazo. El proyecto del arca cósmica podría tardar décadas en concretarse. Por eso creen que la humanidad no debe aplazar el asunto mucho más tiempo.

A su causa se han ido sumando numerosos perso­najes de renombre, como Buzz Aldrin, el segundo astronauta que puso un pie en la Luna. Resulta insólito comprobar el optimismo y la confianza depositados por la ARC en la creación de este "san­tuario lunar". Y es que, según la opinión de Aldrin, la tecnología aeroespacial necesaria ya está hoy a nuestra disposición y solo resta firmar los pertinentes acuerdos de alto nivel para poner en marcha el proyecto.
INCONVENIENTES

El arca cósmica es lo más parecido, por tanto, a la clásica arca de Noé: una verdadera nave, la Luna, flotando en el mar espacial a la espera de que amai­ne la "tempestad" en la Tierra. Siguiendo el relato bíblico, Noé dispuso de un lugar elevado donde aguardar el retroceso de las aguas. Sin embargo, como hemos apuntado anteriormente, las condi­ciones descritas en las Escrituras difícilmente pue­den equipararse al panorama actual.
Supongamos, echándole un poco de imaginación, que consiguiéramos establecer una colonia en la Luna con la idea de regresar a la Tierra algún día. Para empezar, la reaparición de las condiciones idóneas para volver podría demorarse miles de años. Supongamos que estableciéramos allí una comunidad zoológica y los recursos agroalimentarios necesarios. Además de no ser nada práctico, chocaríamos con el inconveniente de que la gra­vedad lunar dificultaría el desarrollo adecuado de muchos organismos, con el consiguiente peligro de crear una comunidad mutante.

EL DIA DESPUES

Quizás podemos vislumbrar otro mundo, el some­tido a las corporaciones, que cohabitan con los nue­vos esclavos androides. La imaginación es libre. El científico Stephen Hawking postula que la nueva arca de Noé no será una, sino muchas, y que estarán condenadas a vagar por el espacio exterior sin posible retorno. La única alternativa al fin del mundo -concluye- sería algún tipo de modifica­ción genética que nos hiciera menos proclives a la guerra. Personalmente, me inclino por pensar que solo un desastre de medianas proporciones, que diezmara la población sin acabar con la vida en la Tierra, podría hacer reversible la situación y dar ca­bida al sentido común.

RIESGOS

LIMPIEZA ETNICA

Las nuevas arcas de Noé se presentan como un intento de evitar los peligros que acechan a la humanidad, así como su posible desaparición. Sin embargo, estos proyectos llevan aparejados nuevos riesgos. Tras las arcas de semillas o de ADN repartidas por el mundo podría avanzar la larga sombra de la eugenesia, estrechamente ligada a los nuevos avances tecnocientíficos.
El verdadero poder de la eugenesia es la sutileza con la que puede ser administrada. En las manos inadecuadas supondría un arma letal de la que quizá ya estemos siendo víctimas sin saberlo. Algunos analistas geopolíticos nos alertan: ciertas corporaciones pueden intentar redefinir a la humanidad clasificándola en individuos de clase A y, por tanto, con derecho a sobrevivir y de clase B, condenados de antemano.
REVISTA MAS ALLA No 234

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...