sábado, abril 07, 2012

UN TELESCOPIO EN CHILE LUCHA CONTRA LOS EMBATES DEL CLIMA


La infraestructura sufrió tras ser golpeada por tormentas de arena y lluvias.

Tormentas eléctricas, fuertes lluvias, nieve, inundaciones y deslaves. No es precisamente lo que uno esperaría encontrar en el lugar más seco de la Tierra, en el desierto de Atacama, en Chile.

Pero durante los últimos dos meses, esas fueron las condiciones laborales del equipo de científicos en uno de los proyectos astronómicos más grandes del mundo, el Atacama Large Millimeter/sub-millimeter Array (ALMA).

Representa un evidente contraste en relación con el sol y el cielo claro que encontré cuando visité el lugar pocos días antes de que comenzara el caos.

ALMA es un radiotelescopio gigante que se está construyendo actualmente en el llano de Chajnantor, el punto más alto de los Andes chilenos, ubicado a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar

Clima extremo


En el llano de Chajnantor puede caer nieve incluso en los meses de verano.

La principal razón para escoger el Atacama, y en particular el llano de Chajnantor, fue la altitud, la sequedad extrema en el aire y los cielos muy despejados. Acá, las nubes sólo aparecen en promedio 30 días al año.

Y si bien no es inusual que llueva un poco en el área en los meses de febrero y marzo, nadie esperaba estos embates recientes del clima.

No ha habido esta cantidad de agua en el desierto por décadas y los aguaceros retrasaron dos o tres semanas la fecha límite para completar el proyecto, según Richard Hills, uno de los astrónomos que trabaja en el lugar.

"Es imposible realizar observaciones en esas condiciones", dice.

"El agua en el aire simplemente absorbe las señales astronómicas que estamos tratando de observar. Simplemente no pueden atravesar la atmósfera".

Pero por fortuna, dice, las antenas no han resultado averiadas.

A diferencia de la destrucción en un pueblo cercano, donde unas 20 casas resultaron afectadas tras un chaparrón particularmente fuerte a principios de marzo, las antenas soportaron la lluvia, el granizo y la nieve.

Cada una pesa entre 85 y 115 toneladas.

Las antenas tienen la última tecnología y uno de sus instrumentos es un receptor altamente sensible, localizado en el centro de cada antena de 12 metros de diámetro.

"Estos receptores son realmente de punta. Hemos podido reproducir en segundos las observaciones que normalmente tardan horas con otros instrumentos", dice el astrónomo Paulo Cortés.

Fueron diseñadas para permanecer activas en condiciones muy difíciles, con velocidades del viento de hasta 100 kilómetros por hora y temperaturas tan bajas como -25 grados centígrados.

Leer en FUENTEMaEL 7Abril-2012


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