Imagen de la escultura en los jardines de Langley
Es parte de una escultura llamada Kryptos, creada por el artista James Sanborn. Recibió el encargo en 1988 cuando la CIA estaba construyendo un nuevo edificio y como parte de un concurso en el que el ganador se llevaría a casa 250,000 dólares. La idea de la agencia se basaba en una instalación al aire libre que separara los dos edificios que componen la casa de los espías. Como resultado, la obra se convirtió en una «meditación sobre la naturaleza de la confidencialidad y el carácter esquivo de la verdad», algo en lo que los agentes de la la CIA son expertos.
Un rompecabezas muy confuso
Casi 20 años después, el texto no ha sido totalmente descifrado. Varios criptoanalistas y los propios empleados de la agencia han conseguido sacar a la luz el significado de tres cuartas partes de la escultura. Sin embargo, lo que han descubierto no ha hecho más que hacer que el rompecabezas sea más confuso.
Según la página web de la CIA, el artista, después de leer mucho sobre la inteligencia y la criptografía, decidió hacer una interpretación en términos de cómo la información se acumula a lo largo de los siglos. Para generar el código para Kryptos, trabajó durante cuatro meses con un excriptógrafo de la CIA con el fin de elaborar los códigos utilizados en la escultura. Una labor que le llevó a realizarla en la clandestinidad ya que los propios agentes querían ser los primeros en descifrarlo.
Los afortunados fueron David Stein, un analista de la CIA, y Jim Gillogly, un informático. De lo que se ha descifrado puede rescatarse lo siguiente: «Between subtle shading and the absence of light lies the nuance of iqlusion» (Entre la sombra sutil y la ausencia de luz yace la novedad de la iqlusión). Aunque parezca que está mal escrito, el artista eligió hacerlo así para crear mayor confusión en la resolución.
Dan Brown también lo intentó
Aunque Kryptos ha sido famoso en los círculos de criptoanalistas , ganó amplia notoriedad cuando Dan Brown astutamente se refirió a ella en la sobrecubierta de su best-seller «El código Da Vinci» y la incorporó a la trama de "El símbolo perdido».
De momento, y hasta que algún cerebro consiga reunir la paciencia suficiente, queda la última parte. A Sanborn le tiene algo frustrado tanta espera. «Pensé que este acertijo sería descubierto en un tiempo bastante más corto»", confesó a The New York Times, al tiempo que concedía una pista para acelerar el proceso de la última sección, compuesta de 97 o 98 caracteres, dependiendo si se incluye o no el signo de puntuación entre las dos últimas secciones. Y está por descubrir porque el artífice de la obra lo quiso así, estableciendo un idioma diferente al inglés, lo que requiere, según la CIA, un segundo nivel de criptoanálisis.
FUENTEMaEl: 1Sept-2012 ABC
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