"TUS PALABRAS CREAN LO QUE DICES.
APRENDE A HABLAR EN FORMA POSITIVA."
Sanaya Roman
La franja de paneles tiene que ser instalada en el ecuador del satélite para que la mayor parte de ella siempre esté orientada a la luz del Sol —y los rayos en esta zona son prácticamente verticales— lo que asegura la eficiencia de la instalación. La energía sería irradiada a la Tierra con la ayuda de gigantescas antenas de ondas electromagnéticas, de 20 kilómetros de diámetro, así como de potentes láseres. Para que la electricidad enviada desde el espacio no haga daño y no se pierda, los sistemas de recepción serían equipados por radiofaros que ayudarán a los rayos energéticos a dar en el blanco.
1. Campos de paneles solares 2.Cable para la transmisión de la energía entre partes del anillo 3.Antena microondas 4.Láser para la transmisión de la energía a la Tierra 5.Ferrocarril alrededor de todo el ecuador, que sirve para transportar equipos y materiales 6.Planta automática móvil que produce paneles solares.
Los opositores de esta idea opinan que es más barato y fácil colocar los paneles solares en un desierto, por ejemplo en el Sahara. El costo del proyecto sería inmenso, pero enviar los materiales y montar complejos fotovoltaicos en la Luna es aún más caro.
Pero los ingenieros japoneses defienden su proyecto con dos argumentos de peso. La instalación de paneles fotovoltaicos en la Luna podrá producir energía las veinticuatro horas e independientemente del tiempo atmosférico.
El primer proyecto de una plataforma orbital energética que transmita electricidad a la Tierra está programado para el año 2015. No es asombroso que este proyecto también sea japonés.
Pero lo más interesante es que, según los autores de la idea, no haría falta transportar prácticamente nada a la Luna. Ya los experimentos han probado que del regolito —el suelo lunar— se puede obtener oxígeno, vidrio y materiales cerámicos, así como materiales parecidos al cemento e incluso “ladrillos lunares” (este experimento fue llevado a cabo en 2009 por científicos estadounidenses).
Así, se podrían producir paneles solares de ese abundante material. Lo que falta es construir robots que procesen el regolito y avancen dejando atrás kilómetros cuadrados de campos fotovoltaicos. La idea ya fue planteada también por los estadounidenses, que hace unos cinco años soñaban con volver a la Luna e instalarse allí.
Es un buen ejemplo del pensamiento revolucionario que nos depara el futuro.